Recomendaciones para allegados después de un intento
En el hospital
Proporcionar toda la
información posible a los profesionales sanitarios, sin ocultar datos por posibles prejuicios hacia la conducta suicida. Los profesionales sanitarios tienen limitada por ley la información
que pueden proporcionar a familiares y allegados, pero estos a aquéllos, no. Esta información puede referirse a: intentos suicidas previos, antecedentes suicidas familiares, posibles
trastornos mentales y sus tratamientos actuales, información sobre las circunstancias del intento, etc.
Informarse sobre las
condiciones y limitaciones de los ingresos involuntarios, si fuese el caso.
Aceptar lo ocurrido, no
culpabilizar por haber cometido el acto suicida y tratar el hecho de manera directa y empática.
No dramatizar ni
banalizar la situación generada. Mantenerse tranquilos y sensatos. Buscar soluciones a los problemas y no generar nuevos problemas.
Buscar soluciones
prácticas para la prevención de una posible repetición del acto.
Aprovechar el ingreso
para analizar y abordar en familia las posibles causas, soluciones y roles entre los diferentes miembros y minimizar así posibles repeticiones futuras.
Al alta del hospital
Conocer el proceso que
se ha seguido hasta el alta y las condiciones en las que el paciente abandona el hospital.
Consensuar con los
profesionales sanitarios las pautas de actuación con su familiar a partir del alta, así como las conductas a evitar.
Saber el plan de
tratamiento y la forma de colaborar en él.
Informarse sobre los
recursos de atención disponibles tras el alta.
De regreso a casa
Minimizar el acceso a
medios que puedan suponer un riesgo de autolisis.
No culpabilizar ni
represaliar. No humillar o menospreciar.
Poner en práctica las
acciones recomendadas al alta hospitalaria.
Ponerse a disposición
del familiar para la ayuda que pueda necesitar en su proceso de recuperación en general y en su plan deseguridad en particular.
Ir poco a poco. No
esperar soluciones mágicas y mantener las acciones preventivas en el tiempo.
Facilitar tareas
ocupacionales, apoyo en el retorno al trabajo o la escuela y en la recuperación de la vida social.
Acudir a asociaciones de
familiares. Ellas proporcionan información útil y grupos de ayuda mutua que facilitan el afrontamiento de posibles incidencias. Además, en ellas se encontrará siempre un clima de comprensión
y empatía difícilmente disponible en otros entornos. Facilitan también la liberación del estrés y ansiedad asociados a estas situaciones.
No subestimar el riesgo
de suicidio pero tampoco sobreestimarlo ni vivir pendiente de él. Intentar llevar una vida lo más normalizada posible.
Todo esto provoca una
gran tensión y desgaste físico, psicológico y emocional en las personas implicadas. No pensar que es la única persona que puede ayudar o que mejor lo puede hacer. Hay que cuidarse, repartir
esfuerzos y mantener el espacio vital propio. En caso de ser necesario, acudir al sistema sanitario para solicitar atención propia.